lunes, 19 de julio de 2010

capitulo 1

Ocurrió mas o menos el día en que naci. Una preciosa bebe con la piel de porcelana, el cabello de un raro color vino y el ojo derecho de un lindo turquesa y el izquierdo de un raro amatista. ¡Era un ángel! Nunca cause problemas cuando era bebe, una niña ideal. Cualquier madre normal seria feliz con eso, una niñita tranquila y adorable; pero no mi mamá, ella no hubiera sido feliz si conmigo no hubiera nacido mi peor pesadilla.


Éramos casi iguales, casi por que era él. Era mi casi perfecto clon. Nuestra diferencia eran nuestros ojos, él tenia el derecho amatista y el izquierdo turquesa… ah, sí, él era un mocoso escandaloso y llorón que dormía en la cuna contigua.

Mamá siempre le prestó mas atención a él que a mi, siempre fue su preferido, así que tuve que resignarme a ser ignorada desde bebe por mi propia madre.

Anne no tenía horario fijo de trabajo, unas veces tenia que ir en la mañana y otras en la noche, en el hospital nunca se sabía. Así que nos quedábamos con Clarease, nuestra abuela hippie.

Todo lo que ellas veían era Dustin. Pude haberme ido de la casa cinco años y ellas no se hubieran dado cuenta. Pero aun así me quedé, era eso o dormir bajo un puente; mientras la abuela jugaba en la sala de estar con mi hermano yo me quedaba en mi habitación viendo Dracula, Psicosis, El Padrino y El Exorcista.

Aprendía de memoria el lenguaje de El Padrino como primer vocabulario y Dracula como modelo a seguir. Hacia muñecos raros con pedazos de tela que encontraba por allí, ¡tenia una colección de ellos! Le cortaba el feo cabello rubio a las Barbies que mamá me compraban sin saber que las detestaba y se los pintaba con mis marcadores negros, al igual que los labios, y les quitaba la ropa rosa para ponerles atuendos negros que yo misma hacia.

No voy a culpar a mamá por ser una excéntrica solitaria, pero podría hacerlo.

Siempre me sentí protegida con mis dos amigos, los había conocido en cuarto grado, cuando el estúpido Keith—siempre nos había detestado, siieempree—propuso jugar a las quemadas. Los blancos fuimos nosotros, Brooke la chica dulce y tímida, Dimitri el chico semi punk- semi quarterback, y Morticia, como me llamaban todos en la escuela. Eran idiotas, se la pasaban llamándome así y riéndose, sin saber que para mi era un especie de alago. Los tres salimos pitando del campo de juego y nos escondimos detrás de las gradas hasta que la clase terminó.

Andábamos juntos siempre, dormía en la casa de Brooke muy a menudo y Dimitri entraba por la ventana para tener una fiesta de piyamas. En los recesos escuchábamos toda clase de música en la grabadora de Dimitri, tanto que terminé acostumbrándome al pop y al punk. Nos gustaba ir a jugar a las abandonadas vías de tren, y como a Dimitri no lo dejaban entrar al equipo de la escuela, él jugaba contra nosotras.

Mi vida perfecta. Sin prestarle atención a mi estúpido hermano ni a mi madre que se desvivía por él. Pero como no todo puede ser fresas cubiertas con chocolates mi madre llegó un día nublado a casa con un idiota al que llamó prometido. Se tomó el papel de padre demasiado enserio, y claro, como se suponía su preferido fue Dustin.

Y un día sucedió, se casaron. Fue una horrenda boda en el club de Weirdville, llena de rosas blancas. Y como si no fuera ya una tortura asistir a esa boda, ¡me obligaron a vestirme de rosa! Ese día Dustin y yo si nos veíamos como esos niños de postal para San Valentín, yo con el tonto vestido rosa y él con un trajecito blanco, él repeinado como un caballero empollón y yo llevaba un corte que hacían en la peluquería a la que iba Dimitri. ¡Fue una pesadilla! ¡La peor de las pesadillas! Tomaron fotos a montón de mi hermano y de mí, creo que es la única foto mía que mi madre tiene en su oficina. El día fue largo y soleado, ¿y como terminó? En casa de la abuela mientras Anne y Gerard se iban a su luna de miel en Italia.

Fue la peor semana de mi vida, o eso creí de momento. Por que la verdadera peor semana de mi vida fue nueve meses después de eso, tenía once años cuando mamá, no satisfecha de ignorarme poniéndole atención a Dustin y Gerard, dio a luz a un pequeño mocoso al que me obligaron a llamar hermanito.

Bueno, no era tan malo como había pensado cuando trajeron al escuálido niñito a casa. Apenas tenía cinco años y era un erudito, no un empollón, pero sabía muchas cosas. Se sentaba conmigo desde que tenía tres años a escuchar a Marilyn Manson y hacer collages. Eros era un gran hermano aunque se a pasara hablando de astronomía, y era el único en casa que recordaba que yo existía.

Lo llevaba los domingos al cementerio, —se molestaban en abrirlo ese día a pesar de que nadie visitaba a los muertos en Weirdville—jugábamos a las escondidas y comíamos dulces recostados en la tumba de un tal Frederick Stone. Dimitri le enseñaba a jugar al futbol los sábados mientras Brooke miraba a nuestro amigo con la boca abierta.

—No se nota que te gusta—le decía cada vez en tono de burla y ella me fruncía el ceño.

Al imbécil de Gerard no le gustaba para nada que Eros me prefiriera a mi en lugar de a mi «normal» hermano. Él creía que yo era una mala influencia, pero, ¿a quien le importaba lo que él dijera? A mi definitivamente no. ¿Qué derecho tenia para decirme que dejara de meterle murciélagos en la cabeza a mi hermanito? Él no era mi padre.

Eros era obligado a vestir con ropa del Spiederman y yo a las escondidas lo vestía con camisetas de Iron Maiden para llevarlo al cementerio, le prestaba mis cinturones de taches y le regalaba CDs de My Chemical Romance en navidad y en su cumpleaños.

La familia sólo podía soportar a una hija radical, así que lo llevaron a la escuela, pero no a la que yo iba, ¡lo llevaron a una escuela privada! ¡A Gresford! Debía ir repeinado y con su feo uniforme a la perfección, y yo no podía ir por él en mi bici porque estaba vetada allí desde el día en que Dimitri y yo rompimos un montón de ventanas con unas piedras porque él pensaba que eran unos opresores imperialistas y a mi me había gustado la idea de romper cristales. Así que Dustin iba por él y lo traía a casa como a las cuatro, mi pobre hermanito ya no tenía tiempo para jugar a las escondidas conmigo porque tenía deberes que hacer y debía acostarse a las ocho treinta.

Pero que no jugáramos no significaba que se iba a deshacer de mi, él siempre llegaba a mi cuarto arrastrando su cobija de Meteoro y yo le hacia espacio entre mis edredones de Las Sombrías Aventuras de Billy y Mandy.

Tenía el leve presentimiento de que Dustin siempre estuvo celoso de mí por eso, Eros era el único en la familia que me prestaba atención a mí y no a él. Y se lo trataba de ganar con dulces, entradas para espectáculos de magia y ñoño visitas al planetario; pero Eros era mas inteligente, recibía sus regalos y volvía a mi habitación para ver Masacre en Texas.

Y así era mi familia feliz. La madre doctora, el padrastro dueño de una agencia de viajes, la abuela hippie, el hermano jugador de baseball y estudiante estrella de Weirdville High, el erudito hermanito menor, y la hermana gótica que era un eminente problema para el buen nombre de la familia. Estoy segura de que la gente pagaría por ver nuestras fotos familiares con los padres felices, la abuela con una corona de flores, el chico con uniforme de baseball, el niño con los brazos cruzados y una expresión enfurruñada, y la chica vestida de negro en la esquina de la foto sacando la lengua como los de Kiss.

No hay que dejarse engañar, ser la oveja negra de la familia no es tan malo como parece. Bueno, no es malo si tienes ese espíritu de no encajar.

¿Y como es mi perfecta escuela? Llena de chicos vestidos de color caqui, jugadores de futbol y baseball, porristas rubias y huecas, empollones, chicas fáciles, profesores dementes, detectores de metales, un director con el maravilloso poder de hacer dormir a toda una escuela, comidas vomitivas, corredores llenos de skaters despreocupados, diminutos casilleros verdes, autos ultimo modelo, pretenciosos ricachones, chicos nuevos que hacían lo que fuera por pertenecer, perdedores, coristas, músicos incomprendidos… Ah, sí, y los raritos, en palabras más comprensibles, Dimitri, Brooke y yo.

Dustin pertenecía a los «normales» y jamás nos dirigíamos la palabra en público. Y su mejor amigo era Keith—aun sigue odiándonos—que era su jardinero central en el equipo.

Yo había pasado mi infancia sin amigos, y él la había pasado pegado a Keith cantando las ridículas canciones de Mary Poppins. ¿Cómo unos gemelos podían ser tan diferentes? De verdad, si no hubiera fotos de cuando éramos bebes y si no tuviera el cabello color vino y los ojos raros diría que fue adoptado… o que mamá tuvo una aventura con un bibliotecario con aspiraciones de beisbolista.

4 comentarios:

  1. Buenoo despues de mucho he conseguido sacar un rato y he empezado a leer tu historia^^ Enhorabuena,lo haces muy ameno y pronto te metes en el papel al leerlo,pobre chica ¬¬ con una familia asi no se como no esta loca! Bueno mas tarde leere el 2 a ver como sigue,ya te comento ^^ Besotes!!

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  2. Hola!

    Hemos empezado a leer tu historia y nos ha gustado. Escribes de una forma muy amena y haces que la persona que lee se meta en ese mundo. Por te seguimos :)

    Saludos desde El Cofre del Pirata.

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  3. Me encanto fue perfecta , me alegra que hables de My Chemical Romance y nombres a Gerard pues no se si es Gerard Way pero se llama igual . Seguire con el capitulo 2 YAA !

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