lunes, 17 de octubre de 2011

The Punk Diary -- Day 8 Hallloween


31 de Octubre
Tu miseria y odio van a matarnos a todos.

  Me puse mi mejor disfraz y guardé los papeles en el bolsillo de mi raída chaqueta. La única información que había obtenido era un par de datos sobre los Bell y el por qué no había nadie más con su apellido ahora.
  Venían de New Orleans, tenían descendencia francesa y tanto dinero que pudieron haber comprado una casa para cada habitante de la ciudad y les hubiese sobrado mucho dinero aun.  Una pareja opulente y ostentosa. Tenían una casa enorme en una colina y un millar de sirvientes. Nunca tuvieron hijos, por lo cual, cuando murieron su fortuna fue repartida entre sus sirvientes más fieles, los cuales decidieron darles un buen lugar donde reposar eternamente construyendo el mausoleo. Se sabía que uno de los sirvientes había recibido más dinero que los demás, y fue quien se encargó del mausoleo por mucho tiempo, hasta que desapareció dos años después. La cruz si los representaba como familia, ya que eran bastante creyentes. Después de la desaparición del sirviente la casa fue demolida y el símbolo de la familia desapareció por completo… o casi.
  Me puse algo de sangre falsa sobre el maquillaje que me hacía ver mucho más pálido de lo que ya era y ensucié un poco mi cabello. Quería verme lo mejor posible para ser un zombie, estaba seguro de que sería un día en el que Moon no faltaría a la escuela. Era Halloween, pero un millar de veces más importante que eso, ¡Era su cumpleaños!
  16 años adornando el mundo con su sublime belleza.
  Había envuelto su regalo el día anterior y estaba dispuesto a hacer posiblemente la mayor estupidez posible, pero si resultaba me haría el hombre más feliz del planeta.
  Mi decisión era simple, si le gustaba mi regalo, le confesaría todo lo que sentía por ella; pero si por el contrario no le gustaba, me callaría mis sentimientos por un par de años más.
  Tomé el regalo y lo empaqué en mi mochila que por lo general iba a la escuela vacía. Tomé aire y bajé corriendo las escaleras y caminé hacia la cocina para despedirme de mi madre.
  Sonreí al ver el desayuno que había preparado para mí y me senté en el comedor. No tenía hambre, pero no podía decirle que no a mi viejita.
  —Te ves… —susurró torciendo el gesto—Horripilante, hijo.
  —Gracias—le sonreí engullendo mi desayuno lo más rápido posible—Te amo, viejita—susurré con la boca llena aun, me bebí de un trago mi jugo de naranja y me limpié con el dorso de mi mano antes de besar su mejilla.
  —Y yo a ti, fenómeno—me sonrió despidiéndose con su mano mientras salía apresurado de la cocina y tomaba la vieja escopeta que había rentado.
  Esperé el autobús de la escuela sintiéndome un completo nerd. Jamás esperaba el autobús, porque por lo general siempre llegaba demasiado tarde, o no llegaba. Me subí con una mueca y me senté en el primer asiento libre que vi. Ignoré las miradas extrañadas de las personas allí y miré por la ventana hasta llegar a la escuela.
  Empujé varias personas para ser el primero en salir de allí… y por qué me gustaba empujar gente.
  Me planté en el aparcamiento para esperarla, ansioso, mirando para todos lados. Ignoré los patéticos disfraces de muchos de aquí, y continué mirando la calle.
    Se bajó de su auto vestida como usualmente lo hacía, pero claro, no tuve tiempo para fijarme mucho en su ropa, porque su rostro era sencillamente irresistible. 
  Era la chica más hermosa del instituto, todos lo sabían, pero era gótica, y eso le quitaba el encanto a los ojos de los otros chicos.
  Para mí era un ángel, un raro y hermoso ángel. Su cabello largo y de un hermoso y extraño color sangre, sus ojos eran igualmente extraños, su ojo derecho era de un lindo e intenso turquesa, y su ojo izquierdo de un raro y llamativo amatista; y su rostro, ah, su rostro, su perfecto, hermoso y pálido rostro. Lo que más me gustaba, solamente por no haberlo probado, eran sus perfectos labios siempre envueltos por una fina capa de lápiz labial negro.
  Parecía distraída—¡que novedad! —y, durante ese periodo, se chocó con Keith. Torcí el gesto y me entraron aquellas ganas de golpearlo que siempre me entraban cuando lo veía cerca de ella.
  El estado de humor de ella cambió de inmediato; conocía esa expresión a la perfección, ya que, tenía el mismo sentimiento que ella, ambos queríamos darle a Keith una patada, ella sonrió sarcásticamente y se alejó de él.
  —¡Feliz cumpleaños! —por su expresión, deduje que yo estaba más entusiasmado que ella.
  —¿Quieres gritarlo más fuerte? Creo que no te oyeron en ¡Australia!
  —Uh, de haber sabido que estabas malhumorada no te hubiera traído esto—y lo caro que me costó.
  Dejé mi mochila en el suelo para buscar su regalo.
  —Sabes que no tienes por qué comprarme nada.
  —Tú siempre me das regalos geniales en mi cumpleaños—le tendí aquella caja mal envuelta—Así que yo también quiero darte algo bonito.
  Me daría un balazo con la escopeta que traía si no le gustaba.
  Su rostro se iluminó con una perfecta sonrisa, sus ojos brillaron de excitación. No supe si sentirme triste o feliz, le había gustado, así que no había perdido mi dinero, pero tendría que decirle todo.
  Y ahí estaba el gran problema, ¡ella era totalmente impredecible! Podía responderme que también le gustaba, o que me fuera al diablo, o podía reírse en mi cara, o irse sin darle importancia al asunto, o cualquier otra de sus dementes ideas.
  — ¡Es genial! ¡Me encanta!
  — ¿De verdad?
  — ¡Pues claro! —dejó su nueva patineta en el suelo y me dio un gran abrazo.
  Y yo… claro que se lo devolví. Me encantaban sus abrazos.
  —Me aplastas, Moon—pero me negué a soltarla. Esperaba que ella notara el tono sarcástico de mi voz. No quería que aquel abrazo terminara, por mi hubiese podido estallar la tercera guerra mundial y yo podría seguir abrazándola.
  —Lo siento—aquella sonrisita hizo que mereciera la pena el que dejara de abrazarme— ¿Dónde compras una de estas? Jamás había visto un board tan… inusual.
  —Mi primo tiene una tienda de sakates en Seattle y le hice un pedido especial. Tardo un mes en hacerla —Así que rechacé tu invitación aquel sábado para poder ir a recoger el board en la casa de mi tío—me excusé por haber hecho que se enojara, odiaba que ella se enojara conmigo, y la había hecho enojar bastante.
  —De haber sabido eso no me hubiera enojado contigo—hizo un lindo pucherito
  — ¿Abrazo de reconciliación? —mmm… una nueva excusa para abrazarla. La tomé por la cintura y la atraje hasta mí, teniendo cuidado para que no se cayera del board. Apenas habían pasado unos segundos cuando…
  —Feliz cumpleaños a ti—le dijo Brooke.
  Ella me soltó de inmediato y se bajó del board para darle un abrazo a la pequeña Brooke.
  —Feliz cumpleaños a mí—canturreó Moon con su perfecta y melodiosa voz. 
  —Te traje un obsequio—le dijo ella con una tierna sonrisa. Vi como rasgaba el papel para encontrarse con una cazadora.
  — ¡Gracias, Brooke! —le dio otro abrazo.
  —Pensé que hoy veríamos a la Novia Cadáver o a la amante de Drácula—me entrometí en su momento cumpleañero.
  —No lo recordaba. Qué más quisiera yo que estar disfrazada de la novia de Freddy Krueger. 
  Puse los ojos en blanco. Sólo a ella se le podía ocurrir disfrazarse de la novia de alguien tan repulsivo como él. Pero entendía a qué se refería, habíamos visto aquel disfraz, con el suéter a rayas, una falda negra, unas botas tipo Demonia, un sombrero y la mano llena de cuchillas. Freddy Krueger en versión chica. Pero no había tenido el dinero para comprárselo, y yo estaba corto de efectivo.
  —Feliz cumpleaños, rarita—gritó Drew llegando hasta donde estábamos—Mi hermana me obligó a acompañarla a comprar tu regalo de cumpleaños y decidí traerte algo.
Le tendió una caja a Moon. 
  — ¿Chocolates?
  —Soy suizos. Bueno, estoy castigado y no tengo dinero, sólo me alcanzó para eso.
 —Gracias, Drew, es lindo que gastes tu dinero en mí.
  Ellos soltaron una carcajada. ¿Qué tenía eso de gracioso? Yo no le veía la gracia, y… oh, ahora entendía por qué no se me hacía gracioso. ¿Acaso eran celos?
  —A clase, jóvenes, ¡el conocimiento los espera! —canturreó Drew. Enarqué una ceja, ¿enserio? ¿él estaba diciendo eso?
  —No me apetece mucho entrar—dijo Moon como si le avergonzara ese hecho, pero se moría por irse, lo noté.
  —Estamos conectados—susurré mirando a Drew. Había captado la idea. Él se llevaría a su hermana a clases para que yo me fuera con Moon— ¿Pizza y helado?
  — ¡Pizza y helado!
  —No vemos más tarde—dijo Brooke dándole un abrazo—Que tengas un lindo día.
  —Guárdame un chocolate, rarita.
  —Empollones—susurré muy bajito mientras se iban. Pero agradecí que Drew no fuera tan idiota como pesaba.
    Miré a Moon de reojo y ambos salimos corriendo como alma que lleva el diablo… o por lo menos eso creí de momento, ya que ella se subió en su nuevo board y me dejó atrás.
  — ¡No es justo! —grité. Ella se detuvo de inmediato.
  —Vamos, se supone que los buenos jugadores de futbol deben correr rápido, ¿crees que si corren tan lento como tu van a salir vivos del partido?
  —No corro lento—vaya, sí que era un trabajo difícil ser amigo de Moon. Estaba sudando cuando llegué a su lado—Y no, si corrieran lento los teclearían y no harían anotaciones.  
  — ¿Acaso no conoces el significado de la palabra sarcasmo? —me acerqué a ella con el corazón latiéndome a mil y le pasé el brazo por los hombros en un gesto que pretendía ser casual.
  Tomé alientos y me preparé para decírselo. La miré de reojo y… no pude… así que salió a primera estupidez que se me ocurrió.
  —Creo que pizza y helado no es muy saludable, teniendo en cuenta que es tu cumpleaños dieciséis y las calorías comienzan a…
  — ¿Me estas llamando gorda? —Oops.
  —No… no... yo sólo…
  — ¡Pues creo que deberías alejarte antes de que mi falda explote!
  —No te pongas así, yo sólo bromeaba.
  —Yo también, tonto.
  Le sonreí como idiota… aunque, esa era mi verdadera naturaleza, al parecer.
  —Entonces, ¿pizza y helado o lasaña y malteada?
  —Creo que ambas tienen las misma calorías—tragué saliva, ¿era sólo mi impresión o ella se había acercado más a mi mientras respondía?—Quiero helado y galletas y que me lleves a casa para ponerme mi disfraz.
  — ¿Tu abuela no está en casa?
  —Sí, pero debe estar dormida o algo así… además entrare por la ventana de la cocina.
  —Como diga, señorita.
  Caminé lo más lento posible hasta llegar a su casa, pero mis buenas ideas no circulaban cuando estaba cerca de ella. 
  Ella se escabulló ágilmente por la venta de su cocina, y entonces pude pensar con claridad.
  Creí que tantos años de experiencia practicando frente al espejo las palabras adecuadas me iban a servir de algo. Pero que va, estaba más atorado que nunca.
  Suspiré buscando algo más en que pensar, algo que se llevara lejos los nervios, pero lo único que vino a mi cabeza fue aquel hombre.
  Aun me revolvía la cabeza tratar de adivinar quién demonios era. Quizá me estaba siguiendo, pero ¿para qué? No tenía nada que le sirviera a nadie.
  Respiré profundo, y me decidí por decirle a Moon la primera cosa que atravesara mi cabeza. El recuerdo de aquel hombre había extinto en mi todas las palabras románticas que tenía hasta ese momento.
  Entonces, la vi salir por la venta vestida de la novia cadáver y me arrodillé con una sonrisa socarrona. 
  —Cásate conmigo, Moon Darlington—declamé  como si fuese Romeo. Por lo menos era una forma muy sutil de decirle sólo un poco de lo que sentía, aunque sabía que ella no se daría cuenta de ello—Vámonos a vivir a un lugar apartado del inframundo. Tortúrame, ¡pero no me dejes!
  —Eso no tiene sentido.
  —Lo sé—me levanté un poco aliviado, como si al decir esa estupidez me hubiese quitado un gran peso de encima—Junte el dialogo de un par de películas.
  —No se nota para nada… uh, eres ridículo.
  Suspiré y la llevé a comer su estúpido helado. El helado consumió toda la mañana, nos la habíamos pasado fuera de la cafetería, riéndome de mis, y sus, estúpidos chistes. Como dije antes, no soy más que un cobarde.
  Me sentí aliviado cuando nuestro tiempo a solas terminó, me había dolido mirarla a los ojos y darme cuenta de que no era para ella más que su estúpido mejor amigo. Así que nos dirigimos a la casa de Brooke.
  Su madre había preparado galletitas, pero no tenía apetito. Si tan sólo conociera aun boxeador profesional que me diera una buena bofetada, tal vez así dejase de ser tan idiota.
  Me senté frente al televisor y suspiré amargamente. Drew trató de contener una risotada. Estábamos solos en aquella habitación, las chicas comían con la madre de Brooke y a mí no me apetecía soportarme a Drew hoy.
  —Así que tú y Moon solos toda la mañana, ¿eh? —susurró levantando las cejas. Suspiré y lo miré aguantándome las ganas de pegarle.
  —Nada, Drew, solo comimos helado—respondí decepcionado de mí mismo.
  —Creo que ni mi abuelo fue tan lento, y créeme, es una tortuga —dijo la última palabra tan lento que me desesperé.
  —Es que no puedo decírselo, Drew, es difícil, tu sabes que ella no es como las demás, y aparte no dejo de pensar en quién es ese tipo.
  —Ay no. ¿Acaso eres gay? —hizo una mueca alejándose un poco de mí.
  —¿Acaso tienes cerebro? —le pregunté arrojándole un cojín a la cara.
  —Pues por lo que dijiste, uno puede pensar cualquier cosa.
  —Me refiero a que quiero saber quién rayos es y por qué siempre me lo encuentro.
  —Quizá él es gay y tú le gustas—susurró al mejor estilo de un investigador de pelicula barata. Puse los ojos en blanco y saqué los papeles de mi chaqueta arrojándoselos a la cara.
  —Ya leí eso, por cierto, y me sirvió igual que las clases de matemáticas para el football.
  Manoteó un par de veces alejando los papeles y me miró con una mueca.
  —¿Entonces perdí un día de mi vida en la biblioteca para nada? —me limité a asentir con la cabeza, no me emocionaba mucho más que a él el hecho de haber perdido un día de mi vida—Debe haber algo que sirviera, viejo, no pudimos haber perdido el día.
  —¿Sirve el hecho de haberme encontrado con ese tipo en la biblioteca?
  —¿Que si sirve, hermano? ¡Claro que sirve, idiota!
  Las chicas llegaron en ese momento. Brooke tenía aquella sonrisita que sólo podía significar una cosa: Mi Bella Genio.
  Aguanté aquella maratón por inercia. Así pasé toda la tarde, soportando, ese estúpido programa, mi remordimiento por no haber podido preguntarle al hombre quien era después de haber tenido la oportunidad, soportando las estúpidas miradas de complicidad de Drew, y soportando…. Bueno, soportándome a mí mismo.
  Cuando aquella tortura acabó, terminamos dando un paseo como si fuésemos niños de cinco años, aunque… yo les había robado unos cuantos dulces a unos niñitos de cinco años. Al parecer, nos tenían miedo a Moon y a mí.
 Después, Moon tuvo que irse a su estúpida cena de cumpleaños y Drew y Brooke tomaron su rumbo argumentando que debían ir a una clase de fiesta de disfraces de la empresa donde trabajaba su padre.
  Suspiré y me senté en la primera calle que vi, a ver pasar a los estúpidos niñitos. Les puse zancadilla a algunos y les quitaba unos cuantos de sus dulces, tal vez eso me subiera el ánimo. Pero ni siquiera fui capaz de reírme de los chavales.
  —¿Homero, donde dejaste a Morticia? —me preguntó aquella voz que odiaba tanto. Tal vez golpearlo en la cara me subiría el ánimo.
  —Púdrete, Keith.
  —¿Terminó contigo? —hizo como si llorara—Ay, pero que día tan trágico.
  Me levanté de donde estaba. Keith era una gallina si no tenía a sus amiguitos flaqueándolo. En ese momento no estaba Dustin, el hermano gemelo de Moon, pero si estaba Max. No les tenía miedo, aunque ellos se esforzaran por hacer que temblara, demostrando todo su potencial de idiotas.
  —Ah, ya sé, está en la cena de cumpleaños—murmuró—Tal vez con un amante.
  —Tal vez deberías comprarte un cerebro—susurré, mirándolo directo a la cara con todo el odio que fui capaz.
  —Mira, Woodhouse, no te metas conmigo o si no…
  —¿Qué? —se detuvo allí, así que lo reté.
  —Yo…
  —Me gustaría continuar con esta batalla de intelectos, Keith, pero veo que estas desarmado—él rugió por lo bajo mientras yo me iba de allí.
  —¿A qué te refieres con eso? —gritó detrás de mí. Lo dicho…
  —A que eres lo suficientemente estúpido como para no poder terminar una simple amenaza. Observa a alguien con cerebro, si te metes conmigo, Keith, voy a tomar tu BMW y lo voy a volver una mierda, ¿te quedo claro? 
  Comencé a caminar antes de que la estupidez se volviera contagiosa, esta vez con rumbo. No había nada mejor que asustar a unos niños que estando disfrazado de soldado muerto en el cementerio. Uff, pero me faltaba un resto de camino para llegar. Bueno, bien podía pedir dulces en algunas casas, pelear con Keith me había subido el ánimo de alguna manera.  Dejé la escopeta en mi casa cuando pasé por allí y continué con mi camino. Sería un lindo Halloween después de todo.   Escuché unos gritos penetrantes viniendo del cementerio. ¿Quién podría gritar de esa…? Una mejor pregunta seria, ¿qué clase de persona, Moon, sería capaz, Moon, de entrar en el cementerio, Moon, el día de todos los muertos, Moon? 
  Suspiré y escalé el portón del cementerio, algo preocupado, ¿qué podría hacerla gritar así? Si es que era ella. Bueno, ¿y si era otra mujer? Ah, que más daba, quería ser un caballero después de todo, si le estaban haciendo daño a alguna mujer en el cementerio, mi deber era ayudarla, fuese quien fuese. 
  Entonces lo pensé bien, ¿y si era Moon? ¿Y si la estaban…? ¡Oh, diablos! Eso no podía ser. No ella.
  Miré a mí alrededor sin ver más que tumbas. Los gritos se hicieron más fuertes y me desesperé. Caminé como loco siguiendo el sonido, pase por el mausoleo de los Bell y pensé en subirme al techo para obtener una mejor visión, pero no tenía tiempo. 
  Por suerte, pude ver de donde provenían los gritos, de una tumba abierta. Me asomé en ella y… mi alma volvió a mi cuerpo. Moon estaba allí, tendida, gritando como una posesa, pero parecía estar bien, sólo… asustada.
    —Cálmate, aun no tiene tu nombre—le dije un poco más relajado con la esperanza de que se calmara un poco. 
Salté dentro de la tumba y me las arreglé para tomarla en brazos y sacarla del agujero. Después, escalé torpemente y salí más polvoso que nunca. Ella seguía gritando como loca. 
  —Tranquila—acaricié su cabello para que se calmara, pero por alguna razón, no estaba preocupado—Todo está bien, ya estas fuera. Ya paso, Moon.
  La senté en el suelo y la abracé con fuerza. Una parte de mi quería tenerla en mis brazos por siempre, y la otra quería apretar su rostro contra mi pecho para que no pudiese respirar, y por ende, dejara de gritar.
  Ella dejó de gritar al fin, y pude recuperar lentamente mi sentido auditivo mientras ella sollozaba en mis brazos.
  —Dimitri—susurró con la voz entrecortada por los sollozos, jamás la había visto así. 
  —Ya paso, etas bien, estoy contigo—ok, tal vez si estaba algo preocupado.
  — ¡Hay que salir de aquí! —sollozó ella, y su voz se perdió entre las lágrimas en las ultimas silabas.
  —Ya va, Moon, tienes que tranquilizarte—ya empezaba a preocuparme. Le di un beso en la coronilla—Respira, muñequita, tienes que calmarte.  
  — ¡¿Qué no lo entiendes?! ¡Hay que salir! —dijo esto con la voz un poco más clara. Se revolvió entre mis brazos y se puso de pie de un brinco. Me levanté también y entonces salió corriendo.
  Suspiré y corrí tras de ella. ¿Pero qué diablos le pasaba ahora? Lo dicho, estaba loca, total y completamente loca. 
  Trepó el portón de hierro y así lo hice yo también. Continuó corriendo lejos del cementerio, y yo, corrí tras ella de nuevo hasta alcanzarla, la tomé del brazo e hice que se volviera a mirarme. Le fruncí el ceño.
  — ¿Qué es lo que te pasa?—le exigí como si fuese su hermano mayor.
  —Nada—dijo algo contrariada. Eso no se lo podía creer ni siquiera ella.
  —Tu jamás lloras, ¿acaso no recuerdas que es para empollones?
  —Es… una reacción refleja.
  — ¿Refleja a qué?
  Su respuesta fue limpiarse las lágrimas con el dorso de la mano. Respiré profundo para calmarme, ¿estaba enojado con ella por no querer decirme que le pasaba? Vale, eso era raro, pero lo estaba.  
  —No pasa nada, ¿vale? —me dijo con un tono un poco diferente, como si nada hubiese pasado—Y esto se queda entre nosotros.
  Lo único que pude hacer fue resignarme y seguirla por las calles, mirándola atentamente, temiendo que le fuese a dar un ataque de histeria de nuevo. 
  Me frustraba no saber qué diablos le pasaba, pero más que eso me enojaba, bastante.
  La llevé hasta la puerta de su casa, sola aun, entonces suspiró y miró hacia la calle donde ya se veían sus padres. Entonces entendí una pequeña parte de aquello que reflejaban sus ojos, junto al auto de sus padres sobresalía un hermoso Chevy negro con un gran moño rojo. 
  —Supongo que…—comencé.
  —Supones bien—dijo ella, desconsolada.
  —Que descanses—supuse que no había nada que yo pudiese hacer para hacerla sentir mejor en ese momento, más aún porque no tenía ni la menor idea de lo que le pasaba.
  —Lo siento—susurró antes de entrar a su casa.
  Vi la enorme sonrisa de Dustin cuando se bajó del auto y sentí cierta clase de repulsa.
  Caminé hasta mi casa y vi que las luces estaban encendidas, mi madre había llegado ya.
  Traté de no hacer ruido al entrar, pero inevitablemente ella me descubrió.
  —¿Cómo te fue, hijo? —me preguntó en su tono dulce de mamá. 
  —Bien, Eva—casi nunca la llamaba por su nombre, pero hoy… ah, no sabía ni qué demonios me estaba pasando a mí.
  —No pareces muy bien, hijo.
  —Mamá, es Halloween, el chiste es verse terrorífico.
  —No es eso, Dimitri, te ves… ¿Qué te pasa?
  —Nada—subí las escaleras corriendo y me encerré en mi habitación apretando la cruz en mi bolsillo.

1 comentario:

  1. OH!
    Luna, Luna, enserio perdóname! Lamento no haberme pasado antes por acá y perderme de este capi que estuvo FA-BU-LO-SO! Dios! yo quería que se le confesara a Moon, pero no se donde tiene esta chiquilla la cabeza y no puede darse cuenta que el la ama. La ama de veras
    Sabes, a veces me dan ganas de golpear a Moon tanto como Dimitri quisiera golpear a Keith :S
    hahahahaha awwwns que buenisima onda es Drew por dejarlos pasar una mañana juntos :D si tan solo dimitri hubiera abierto la boca, todo estaría bien :D
    Pero que le pasó a Moon? que fue capaz de asustarla de esa manera? Por que no le dice algo a Dimitri. ¿Quien sabe? Tal vez pueda ayudarla...
    Las imagenes te quedaron super y el capi excelente! espero leer mas guapa!
    att
    withney
    soul-littlecorner.blogspot.com

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