jueves, 6 de octubre de 2011

The Punk Diary -- Day 7

Perdón por la tardanza, y la falta de imaginación. Prometo que mañana sera mil veces mejor, después de todo, sera Halloween!! :D


30 de Octubre
Las sombras escalofriantes de mi pasado están aun vivas.

   —¿Algo?
  —Nada.
  —Genial, somos inútiles—lo pensé por un momento y retiré mis manos del teclado— Al menos tú lo eres.
  Torció el gesto y me enseñó el dedo del medio. Solté una carcajada y volví a la computadora.
  Habíamos pasado casi toda la tarde frente a ellas, investigando sobre los Bell y la cruz, sin obtener verdaderos resultados. Supongo que la única familia adinerada de un pueblo pequeño para la época no tenía importancia para el resto de la humanidad.
  —Ni siquiera sé por qué te ayudo—susurró bajito estirando los brazos.
  —Porque tienes curiosidad, diste tu dinero por mi vida, y no tienes nada mejor que hacer—le respondí tratando de no reír.
  —¡Hey! Lo último no es cierto.
  —¿Ah, no? —enarqué una ceja. ¿Que podría tener Drew para hacer aparte de nada?
  —No, podría estar haciendo skate en las vías del tren—giró una vez su silla y se acomodó—Además odio las bibliotecas, ¿no pudimos haber ido a un ciber?
  —¿Tienes dinero? —suspiró y negó con la cabeza—Entonces no te quejes. Además te recompensare, 7 dólares, una soda, y una especie de rampa genial que encontré un día mientras planeaba una broma.
  Esbozó una amplia sonrisa y volvió a trabajar.
  Bufé al darme cuenta que ahora el único amigo en el que podía confiar era él. Necesitaba socializar, y rápido.
  —¿Y si le preguntas al fósil por alguno de esos libros de cosas raras?—preguntó señalando con la barbilla a la bibliotecaria, quien de seguro estaba contando los segundos para que nos fuéramos.
  Odiaba decirlo, pero tenía razón. Por eso no lo dije en voz alta, quizá.
  Suspiré y me levanté estirando los músculos, un día frente a una computadora realmente podía hacer estragos en tu trasero.
  Pude ver un ápice de alivio en los ojos de la bibliotecaria cuando comencé a caminar, el cual desapareció tan rápido como vino cuando apoyé los brazos en el fino mostrador de caoba y sonreí con mi mejor cara de "necesito un favor".
  —Señora, necesito que me ayude a buscar... cierta información—dije en un susurro apenas audible, como se suponía que debía hablar siempre en una biblioteca.
  Ella se inclinó quedando lo más cerca de mí que le era posible. 
  —Los libros sobre "cambios" y Educación Sexual están al fondo, en la estantería 503.
  Di un salto retirando mis manos del estante. ¿Acaso tenia cara de depravado o perdedor desinformado?
  —¡No! —casi pegué un grito, ofendido, ya conocía esa información, y si podía decirlo la conocía con la práctica. Ella me hizo la señal de silencio y bufé acercándome de nuevo, hablando en un tono más bajo—Me refiero a información sobre... esto —susurré llevándome la manos al bolsillo. Saqué la cruz cubriéndola con mis manos, asegurándome de que solo ella la viera.
  —Oh—exclamó mirando la cruz atenta—Es el "escudo de armas" de la familia Bell —dibujó las comillas en el aire, haciendo referencia al escudo de armas—No es muy conocida por las personas aquí, ya que la casa Bell fue demolida, pero es un símbolo importante—enarcó una ceja—¿De dónde sacaste eso, jovencito?
  Guardé la cruz de nuevo en mi bolsillo y bufé, ¿ahora me decía ladrón?
  —Jovencito, no, usted no es mi abuela... aunque por lo vieja lo parece—venganza, dulce venganza. Ella arrugó la nariz en señal de disgusto—La encontré en.... que le importa, solo dígame donde encuentro más información.
  Rechinó los dientes y señaló un pasillo con la mano. 
  Hice una pequeña reverencia al mejor estilo de las películas, a punto de reírme y me dirigí hacia la estantería.
  —Muchachito maleducado—gruñó entre dientes antes de que me alejara por completo de ella.
  Sonreí para mis adentros y observé la estantería, no parecía muy útil que digamos, solo habían novelas románticas de niñas fresa. Hice una mueca de asco y me alejé caminando entre otras estanterías. En definitivo a la biblioteca le hacían falta unas cuantas lámparas. entrecerré los ojos adecuándome al cambió de luz. Observé cada libro que parecía antiguo, pero ninguno tenía un título que me diera indicios de la cruz. 
  aquella estúpida cruz que comenzaba a pesar en mi bolsillo. Me recordaba a Moon por alguna razón. Quizá solo era el hecho de que quería hablar con ella y contarle lo que había encontrado y lo que me había pasado esta semana.
  Sabía que estaba enojada por eso, pero la verdad no quería meterla en problemas, ya tenía suficiente con estar yo metido en ellos.
  —Me alegra que te intereses por tus estudios—susurró aquella voz que en esta semana había aprendido a reconocer tan bien.
  Di la vuelta despacio observando atento todo a mi alrededor, sin verlo aun.
  —No es eso, precisamente, jamás me interesara la escuela—respondí bajito escrutando las estanterías en su busca.
  —Vaya, deberías interesante un poco más, Dimitri, la escuela es importante.
  Me encogí en mi lugar con una extraña sensación recorriéndome la espalda. ¿Cómo diablos sabia mi nombre? Yo no recordaba habérselo dicho.
  Inconscientemente llevé la mano a mi bolsillo, agarrando la cruz tan fuerte que dolía. Dirigí mi mirada a la salida del laberinto de estanterías y comencé a caminar como pude.
  —Creí que querías saber un poco más de los Bells—susurró saliendo de donde estaba, detrás de una estantería, bloqueándome el paso.
  Di un par de pasos hacia atrás sin apartar la vista de sus ojos. 
  —Mamá debe estar preocupada—tragué saliva y me di la vuelta tratando de ver por donde salir. Entonces colocó su mano en mi hombro, deteniéndome.
  —Drew esta buscándote, ve con él, y guarda esa cruz muy bien—oí s leve risita y me vi la vuelta haciendo que su mano cayera a uno de sus costados. 
  Se inclinó un poco poniéndose la mano en el pecho, supuse que era su forma de despedirse. 
  —Tu... ¿cómo sabes nuestros nombres? —pregunté subiendo un poco la voz, retándolo.
  —Sé muchas cosas, querido Dimitri, cosas que tu sabrás a su tiempo—sonrió de modo extraño y se dio la vuelta desapareciendo entre las estanterías.
  Genial, y era ahora cuando salía mi enojo. Pateé una de las estanterías haciendo que unos libros cayeran al suelo y tomé aire antes de seguir por donde se había ido. Lo menos que merecía era una explicación.
  Traté de seguir sus pasos sin perderme en las estanterías, pero no lo veía a él ni sabía dónde demonios estaba. El problema de las bibliotecas grandes. 
  Bufé frustrado y miré a todos lados tratando de hallarlo, sin éxito alguno.
  —Viejo, ¿encontraste algo? —¡aquella jodida voz que no quería oír! Me di la vuelta para encontrarme al idiota de Drew paradote con unas hojas en la mano. Decidí no descargar mi frustración con él y me limité a negar con la cabeza—Yo sí, el fósil me imprimió esto, y me dijo que estabas aquí—me ofreció los papeles y después comenzó a caminar, notaba la ansiedad en sus ojos, era más que obvio que quería salir de allí pronto.
  Tomé los papeles y comencé a caminar, leyendo sin quedarme con ninguna información, sin dejar de pensar en la cruz que ahora parecía pesar un poco más.

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