domingo, 24 de julio de 2011

Capitulo 12

Lo prometido es deuda, he aquí otro capitulo de Bloodline, espero que lo disfruten tanto como yo disfrute escribiéndolo :D


  Traté de no dejarme llevar, era difícil, pero no imposible. Apreté los puños de mis manos mientras él trataba de que le correspondiera. Era dulce, no podía negarlo, y para mi desgracia, demasiado dulce. Pero no podía estar haciendo esto cuando tan solo unos momentos atrás le había dicho a Dimitri que lo amaba.
  Tomé impulso y le di un rodillazo en donde menos puedes querer un rodillazo. Se apartó de mi de un salto quejándose de dolor. Al menos no era inmune al golpe.
  Mientras él se retorcía de dolor y maldecía a diestra y siniestra tomé uno
  —Distráete besando esto, porque a mí no me vuelves a tocar—le dediqué una mirada envenenada y corrí escaleras arriba.
  Le di una fuerte patada a la puerta de una de las habitaciones, la cual se derrumbó con estrepito. Suspiré y entré a la habitación, levanté la puerta como pude para volverla a poner en su sitio, como si eso me sirviera de algo.
  Lo escuché subir las escaleras, me limité a sentarme en la cama.
  —Lo siento, ¿sí? —susurró antes de quitar la puerta y entrar a la habitación—Y tú también deberías disculparte.
  —¡¿Yo?! ¡¿Tú me besas a la fuerza y quieres que me disculpe?!
  —¡Me golpeaste… ahí! Sé que estuvo mal, pero no era para tanto.
  —¡Y te ira peor si no te largas! —le grité arrojándole una almohada.
  Suspiró y me dedicó una última mirada antes de salir.
  Tragué saliva y me tragué el sarcasmo para no decir nada estúpido y terminar más enojada que antes.
  ¡Era un completo idiota que besaba bien, y aparte guapo y misterioso y tan… tan… tan él! ¿Por qué no podía caerse por las escaleras y morir? Arreglaría el planeta.
  Cerré los ojos con fuerza y me recosté en la cama tratando de no pensar en Dimitri, ni en Raiquen, y mucho menos en sus besos.
 

  Abrí los ojos lentamente cuando sentí que podía salir. Pude entrever el leve rayo de la luna a través de las grietas de la madera que cubría la ventana. Me levanté sin hacer ruido y bajé las escaleras con la misma cautela, lo último que quería era encontrarme con él. Abrí la puerta de enfrente para encontrarme con la calle, más concurrida que de costumbre.
  Me di cuenta del por qué en un momento, desde allí podía escuchar la música a alto volumen, algunos desvaríos de borrachines, y las risas simultaneas de varias personas. No muy lejos, a unas pocas calles parecía haber una feria, y podía suponer que todo el pueblo estaba invitado.
  —Se oye prometedor, ¿verdad? —di un salto y me volteé en una fracción de segundo solo para encontrarme con su sonrisa socarrona. Le dediqué una mirada envenenada y comencé a caminar siguiendo la dirección en la que venía la música —Pensé que no eras de las que iba a esa clase de eventos sociales.
  —Pensé que tenías cerebro, pero al parecer se lo comieron los gusanos en Weirdville—susurré con ira y desvié mi mirada hacia algunos humanos que nos miraban extrañados. Tampoco me demore en adivinar porque, nuestras ropas eran algo inusuales. Si algo tenía entendido es que para que te dejen entrar a una buena fiesta, debes parecer un idiota pretencioso.
  —¿Entrar? —preguntó Raiquen bloqueándome el paso—Creí que solo ibas a mirar.
  —Creíste mal, como siempre.
  —¿Por qué diablos quieres ir a una estúpida fiesta? —pensé por un momento en una buena respuesta, y llegué a la conclusión de que no tenía ninguna. Me encogí de hombros y observé con atención a una pareja de chicos que se dirigían al mismo lugar. Vestían muy elegante como para ser tan jóvenes, los seguí con la mirada por un momento y después camine tras ellos. Raiquen me siguió como buen perro faldero.
  Sonreí cuando me acerqué un poco más y logré a tomar al chico del brazo. Él se dio la vuelta a punto de gritar hasta que me vio. Ella hizo lo mismo, solo que gritó algo que no pude entender para después darme una cachetada que de seguro hubiese dolido si fuese humana.
  Sonreí aún más cuando Raiquen tomó a la chica y comenzó a arrastrarla hacia un callejón. No tuve que arrastrar al chico, al parecer a él no le importaba que quisiera llevármelo a un lugar menos concurrido. Raiquen le tapaba la boca a la chica para que no gritara y la sostenía fuerte de los brazos. Llevé al chico hasta donde estaban ellos y lo recosté contra la pared.
  —¿Puedo, o solo usaremos su ropa? —preguntó Raiquen relamiéndose los labios.
  —Hazlo, pero no ensucies el vestido—susurré antes de tomar al chico por los cabellos e hincarle los colmillos en el cuello.

  —Procura sonreír un poco más—susurró Raiquen en mi odio en la puerta de la fiesta. Parecía demasiado elegante como para que un pequeño pueblo pudiese darse el lujo de tenerla. Miré mi vestido nuevo y después al hombre que sostenía la lista de invitados. Si era gay estábamos perdidos.
  El hombre delante de nosotros pataleó un poco antes de alejarse. Otro rechazado más.
  Respiré profundo y sonreí lo más coqueta que pude.
  —¿Tienen invitaciones? —preguntó el hombre con voz neutra.
  —No, no las tenemos—respondió Raiquen con una voz igual de monótona. El hombre enarco una ceja esperando que nos retiráramos para darle paso al siguiente.
  —Pero de seguro puede hacer una excepción con nosotros, ¿no cree? —susurré bajito y le guiñé el ojo al hombre quien no fue indiferente. Parpadeó un par de veces antes de negar levemente con la cabeza.
  —Lo siento, no hacemos excepciones.
  —¿Ni siquiera si le doy un premio? —hice un pucherito tratando de parecer tierna y el hombre tragó en seco dándole una seña de aprobación al hombre que abría la puerta.
  Raiquen me empujó un poco y subí las escaleras para entrar.
  —Te veo en un rato—susurró el hombre cuando pasé a su lado.
  —En tus sueños—susurré aún más bajo y entré.
  Lo dicho, demasiado elegante para un pueblo tan pequeño. Ahora entendía por qué todos querían entrar, era impresionante.
  Raiquen me agarró del brazo una vez cruzamos la puerta y se inclinó un poco.
  —No te separes de mí, esto no pinta bien—susurró tan bajo que apenas y lo escuché.
  ¿Cómo algo no podía pintar bien en ese lugar? Era perfecto. Los finos candeleros colgaban del techo con una gracia medieval, las paredes de piedra se alzaban monumentales al mejor estilo de las catedrales góticas, las sillas eran altas y decoradas con fino terciopelo de color rojo sangre, los retratos de personas que parecían aristócratas de la edad media colgaban de las paredes con perfecta simetría, y al fondo del pasillo podía entrever una cortina de fino lino rojo ocultando una silla que más bien parecía un trono, decorado con rubíes y oro.
  Tomé la mano de Raiquen cuando sentí lo que no andaba bien en el lugar. Olía a vampiro, y definitivamente no éramos nosotros. El olor era conocido, pero no podía decir a ciencia cierta quien era. Apreté un poco más su mano cuando comenzó a caminar alejándose de unos cuantos bailarines.
  —Raiquen, yo…
  —Shhh—torció la mirada y se acercó a mí, pegando sus labios a mí oído—No digas mi nombre cuando hay vampiros cerca. Hay algunos que solo conocen mi nombre, no mi apariencia, así que si queremos salir vivos de aquí, no digas mi nombre.
  Tragué saliva. Yo y mi estúpido instinto. Ni siquiera sabía por qué había querido entrar, solo sabía que quería hacerlo. ¿Qué no podía guardarme mis estupideces un día y alargar mi vida 24 horas más?
  —Está bien—respondí igual de bajo—Supongo que el mío tampoco es bueno, ¿verdad? —se limitó a asentir y caminar hacia las botanas, en la mesa más lejana de aquel «trono»
  Observé a cada persona en la habitación tratando de descifrar quien era el vampiro, pero todos eran humanos, más ebrios cada segundo. Tal vez podría embriagarme yo también si bebía de un humano ebrio.
  Miré a Raiquen, tan cauteloso como siempre, sin apartar la mirada de aquel trono. Ignoré la música y a los borrachines y me concentré en Raiquen y en su capacidad de hacerme enojar con solo mirarlo.
  —Bienvenidos sean todos, queridos amigos—la voz perfecta de aquel hombre retumbó por toda la habitación justo después que la música se apagara. Un silencio sepulcral reinó en la habitación. Desvié mi mirada de Raiquen hacia el trono. Aquel perfecto hombre caminaba elegantemente hacia el trono. Se paró en el centro de aquel peldaño más alto y abrió los brazos en señal de cálida bienvenida antes de sentarse.
  Raiquen se volteó y me obligó a hacerlo, para después caminar hacia una pequeña multitud, ocultándonos de la vista de aquel hombre.
  —¿Qué? —pregunté y giré un poco la cabeza para verlo de nuevo. Nunca lo había visto en mi vida, pero me resultaba extrañamente familiar. Además, estaba completamente segura de que el vampiro era el—¿Lo conoces?
  —No, y no quiero conocerlo. Y no me importa si haces un berrinche, nos vamos ahora mismo—haló de mi brazo para llevarme casi a rastras hasta la puerta.
  No teníamos ni dos minutos dentro y ya íbamos a salir, genial.
  Raiquen trató de abrir la puerta, pero al parecer se había atascado. Quise ayudarlo…. Nahh la verdad no quería, que se las arreglará él solo si tanto quería salir de aquí.
  Un hombre se acercó a nosotros con una sonrisa un tanto macabra que enseñaba sus perfectos y afilados dientes. Tragué en seco y me acerqué lo más que pude a Raiquen, tratando de posarme detrás de él. Raiquen se tensó de inmediato y captó mi idea, me tomó de la mano y se interpuso entre el hombre y yo.
  —No piensan quedarse para el festín—murmuró con una voz sombría. Un escalofrió helado recorrió mi espalda y di un paso hacia atrás involuntariamente.
  —Gracias, pero cenamos antes de venir—respondió Raiquen con una voz seca y amarga—Ahora si nos permite, tenemos que irnos—haló un poco de mi mano y trató de abrir la puerta de nuevo sin obtener ningún resultado. El hombre sonrió aún más.
  —¿Y qué pasa si no se los permito?
  Tragué saliva y miré a puerta con detenimiento, tenía que abrir o la tiraría de una patada.
  Raiquen ladeó la cabeza levemente y soltó mi mano, dejándome desprotegida.
  —Supongo que, como todas estas personas son la cena, no les importara exponerse ante ellas—sabía lo que seguía después de eso y no me gustaba para nada. Estos vampiros no parecían de fiar, no es como si Raiquen lo fuera, pero era la única persona que tenía en este momento.
  —No me importaría, pero sería una lástima matarla—me señaló tratando de parecer casual. Raiquen volteó la mirada y me hizo una pequeña seña mirando la puerta para después volver a mirar al hombre.
  —¿Lastima?
  —Una completa lastima. Una creatura como ella vale demasiado como para acabarla—el hombre dio unos cuantos pasos hacia adelante para acercarse a mí. Raiquen siguió su trayectoria con la mirada, yo me limité a dar unos disimulados pasos para estar de nuevo al lado de Raiquen. el hombre soltó una estrepitosa carcajada—A mi jefe le encantaría conocerte, pequeña.
  —Y a mí me gustaría conocer la salida—susurré tratando de parecer fuerte aunque estaba muerta de miedo en mi interior. Una pandilla de vampiros nos tenía encerrados y nos iban a matar…. O bueno a Raiquen, lo que no era una mala idea después de todo.
  —Creo que tendré que negarle su petición, señorita—murmuró el hombre, para después hacer una seña con la mano. Observé atentamente unos bailarines que se acercaban graciosamente con unos movimientos que jamás había visto. Usaban trajes de color negro y rojo sangre y unas mascaras extrañas que cubrían todo su rostro.
  Los humanos les aplaudían a su paso y los miraban con admiración. No tarde mucho en darme cuenta de que no solo eran bailarines. Se acercaron a nosotros con aquellos extraños movimientos, el hombre se apartó de su camino y Raiquen se puso delante de mí en plan protector.
  Uno par de los bailarines lo apartaron de un jalón. Raiquen los tomó del cuello para apartarlos, pero otros dos bailarines se acercaron y entre los cuatro lo cargaron mientras él pataleaba para soltarse.
  Miré a los bailarines que se acercaban a mí haciendo piruetas e hice lo que mejor sabía hacer, no pensar. Corrí hasta una de las mesas con ellos siguiéndome y comencé a arrojarles lo que vi. Los humanos se reían a carcajadas pro mi reacción mientras los bailarines se acercaban cada vez más.
  Uno de ellos se abalanzó hacia a mí con una pirueta. Bien, como había dicho Raiquen, si estos humanos, eran la cena, daba igual revelarme ante ellos, ¿no?
  Di un salto hacia atrás antes de que el bailarín llegara a mí y di una voltereta en el aire para alejarme lo más que pude. Podía escuchar las exclamaciones de los humanos y pude intuir sus miradas cuando caí de pie en el centro de la habitación. Sonreí para mí misma, y le saqué la lengua al bailarín que había tratado de atraparme.
  Me di la vuelta para buscar a Raiquen con la mala suerte de encontrarme de frente con otro bailarín el cual me tomó fuertemente de la mano y me rodeo la cintura con su brazo para después comenzar a bailar conmigo, arrastrándome por todo el salón. Traté de zafarme con todas mis fuerzas, pero era evidente que era más fuerte que yo.
  Me dio un par de vueltas más mientras los humanos reían para después acercarme al trono dar un saludo a la multitud y arrastrarme a un oscuro túnel detrás de las largas cortinas de encaje negro.
  Entonces logré ver a Raiquen acorralado en una pared. Dirigió una mirada aliviada hacia mí y trató de zafarse de nuevo pero aquellos bailarines lo tenían acorralado.
  —Suéltenla—rugió en un tono que incluso me asusto a mí. Di un saltó de la impresión a ver el fuego asesino en sus ojos.
  El bailarín que me tenía apresara rió un poco y se limitó a arrojarme de un golpe al otro lado de la habitación, donde esta él. Uno de los bailarines soltó a Raiquen, quien de inmediato me tomó del brazo para alejarme de los bailarines y acercarme más a él.
  —¡A ella no le hagan nada! —reprendió aquel hombre al bailarín que me había arrojado con Raiquen. El bailarín se limitó a hacer una leve reverencia, mientras los demás nos tomaban a Raiquen y a mí de ambos brazos empujándonos por el oscuro pasillo.
  Miré a Raiquen de reojo esperando que él tuviera un plan para salir de esto, pero ni siquiera me miraba, miraba al hombre que había llamado a los bailarines, como si quisiera saltarle encima y arrancarle la cabeza.
  Suspiré y me resigné a que me llevaran a donde me querían llevar. Observé cada piedra en aquellas paredes y después a cada bailarín. Me recordaban a los artistas del circo du soleil, al que siempre había querido ir, y siempre me habían dicho que no porque había cosas más importantes antes que yo. Bueno, cosas no, solo una cosa… Dustin.
  —Moon—susurró Raiquen. Lo miré de reojo, él suspiró y observó el pasillo por un momento antes de volverme a mirar—Perdón.
  Tomé una bocanada de aire preparándome para decirle todo lo que pensaba de él. Si íbamos a morir y él pensaba quedar bien conmigo antes de ir a parar al callejón infierno, pues lo justo era que yo también me desahogara.
  Cuando iba a pronunciar la primera de una serie de malas palabras, el hombre abrió una gran puerta de fina y gruesa madera, la cual rechino y dejó entrever una gran habitación, tan elegante como a fiesta, con tan finos detalles que saltaban a la vista. Perdí la concentración viendo aquella maravillosa y detallada estatua de una hermosa mujer que reposaba en el centro exacto de la habitación.
  Los bailarines nos arrojaron dentro de la habitación de un empujón, para después cerrar la puerta con estrepito. Levanté la mirada para encontrarme con el vampiro ambicioso dueño de la fiesta y el hombre que nos había traído aquí.
  —Mira a quien tenemos aquí, nada más y nada menos que al descendiente de Eldor. Un honor tenerte en mi humilde hogar, Raiquen—sonrió maliciosamente el vampiro dando un paso más cerca de nosotros.
  Raiquen no apartó la mirada del vampiro mientras se acercaba a mí, de nuevo en su estúpido plan protector.
  —Déjanos ir ahora mismo, es una orden—la voz de Raiquen sonaba tan monótona, tan cruda, como si no fuera él. Nunca había escuchado ese tono de voz, y no quería volver a escucharlo. El vampiro soltó una estridente carcajada.
  —Debo recordarte que tú no tienes el poder de tu abuelo… Bueno, no tienes el poder de tu padre ahora.
  —Así que está informado, señor…
  —Oh, pero que descortés he sido—sonrió de una manera escalofriante y le tendió la mano a Raiquen para que este se la estrechara, pero Raiquen no se movió ni un centímetro—Permítanme presentarme, mi nombre es Adeben, miembro de la primera corte.
  Raiquen tragó saliva ruidosamente y agachó la cabeza.
  —Lo lamento—murmuró entre dientes con ira—Lamento que sea tan estúpido como para pensar que la primera orden aun es importante.
  Adeben abrió los ojos como platos y sus ojos llamearon llenos de ira por un momento.
  —Para ser de la realeza, eres muy insolente—murmuró la palabra realeza con cierto sarcasmo implícito.  Por primera vez volteó el rostro para mirarme. Sus ojos me intimidaban, di un paso involuntario para ocultarme tras Raiquen, pero aun así me sentía vigilada, estúpida—Que creatura tan interesante. ¿Cómo te llamas?
  —No es de tu incumbencia, así que déjanos ir ahora mismo—rugió Raiquen apretando los puños de las manos.
  —Me parece que no hablaba contigo, niño. Enserio, tu abuelo debió educarte mejor.
  Raiquen soltó un rugido gutural que retumbo en toda la habitación. Esta era una de las situaciones en la que podía decir abiertamente que correría sangre, y en definitivo no quería estar en medio.
  —Me parece que te hicieron una pregunta—susurró el hombre que nos había traído. Suspiré, si afuera no hubiese un montón de vampiros bailarines ahí fuera, no hubiese dudado en darle un buen golpe a aquel hombre.
  —Moon—susurré bajito tragándome la ira—Y por mi parte, quería disfrutar un rato de la fiesta, pero parece imposible, así que… nos vamos—tomé a Raiquen de la mano y halé un poco de él para que caminara conmigo a la puerta. Suspiró, relajó un poco su expresión y se dio la vuelta para caminar conmigo.
  —Creí que tal vez tendrían algún interés por los viales.

2 comentarios:

  1. LUNA, LUNA , LUNA LUUNA¡
    oh mi goood, o my goood!
    Ok, ok, tengo que calmarme si quiero sobrevivir para seguirte leyendo, cierto? AAAAAH!
    es que sabes que si algo adoro, si algo mi inspira y si algo me saca una sonrisa es leerte, y AHORA LO HAGO DE NUEVO
    uff, no sabes cuanto sufri tu desaparicion niña, NO SABES¡ hahah t extrañe lo que se dice mucho! (por no decir lo que se dice aqui de vuelta en guate¡ :D )
    hahah apero que buen cappip! hahah Moon es inteligente. Aunque hubiera tenido muchas ganas de entrar, juro que jamas le hubiera dicho eso al gorila de la puerta..jo¡ es que no puedo decirte nada mas sobre este maldito vampiro que me tiene con los pelos de punta. y ahora? que demonios pasaÇ? por favor no me vayas a dejar conla duda por mucho tiempo, te lo pido e imploro con toda el alma!
    haha un beso guapa, sabes que te kiero mucho!
    att
    withney
    wm-lca.blogspot.com

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  2. estoy enamorada de esta historia <3 quiero más!

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