martes, 1 de marzo de 2011

Nightfall, capitulo 2---- La cripta

Hello, people. Aquí esta el segundo capitulo de Nightfall, espero que les guste. Y mañana, si tengo suerte, el 12 ((y ultimo en el blog)) capitulo de Bloodline.


  Había dos cosas que no me gustaban de los sábados: la primera, tenía que ayudarle a mamá con los quehaceres de la casa, y segundo, los entrenamientos de futbol en el parque a los que yo no podía entrar.
  Pero, que no pudiese entrar no significaba que no pudiese molestarlos.
  Me quedé mirándolos un buen rato, pensando en que podía hacer esta vez. No era mi día con mejores ideas, pero algo se me ocurriría. No iba a dejar que se la pasaran así de bien en el entrenamiento al que yo debería pertenecer.
  ¡Estúpidos jugadores! ¡Maldito entrenador! ¿Qué tenía yo de malo? Jugaba mejor que cualquiera de esos estúpidos chavales, corría más rápido, lanzaba más fuerte, tenía mejor estrategia… Me parecía tan injusto todo esto.
  Y, sabía que sería un mejor capitán de equipo, pero no tenia equipo que dirigir. Al parecer al único hombre que le caía bien en la escuela era a Drew, y, bueno las chicas, mi hermosa Moon y la pequeña Brooke. Claro que con ellas no podía jugar, ni formar un equipo, y tampoco lo podía hacer con el hermanito menor de Moon, Eros, al que le enseñaba de vez en cuando.
  Suspiré, hoy no era mi día de buenas ideas, tal vez mi banco de bromas por fin se había quedado completamente vacío, como mamá siempre había querido. Genial, ahora iba a convertirme en un niño bueno, puaj. 
  Me alejé de allí antes de que me vieran y me recosté en un árbol. ¿qué diablos estaba pasando conmi…?
  Entonces lo vi, se presentó ante mí como la luz al final del camino, como… ah, vale, ya, sin cursilerías, era la idea perfecta, o por lo menos, me subiría bastante el ánimo.
  Caminé de nuevo hacia mi casa, esperando que mamá no estuviera en casa, no estaba de ánimo como para enfrentarme con ella y sus bobas preguntas.
  A veces era demasiado sobre protectora, pero no podía quejarme, yo también lo era con ella.
  Suspiré y subí corriendo a mi habitación, mamá no estaba. 
  Ella estaba preocupada por mí, pero, ¿cómo iba a responderle algo si ni siquiera sabía que me pasaba? No estaba en capacidad de responder a sus preguntas, aunque sabía que debía enfrentarme a ellas en la tarde, si no es que era antes.
  Tomé mi bazuca casera del lugar donde la escondía y busqué algo repugnante para usar como munición, pero, en mi habitación no había nada así, no era de la clase de chicos que guardan mufins debajo de la cama y se dan cuenta de que están ahí tres meses después. Entonces, busqué en la cocina, para mi buena suerte el queso olía mal, al igual que la leche, que la habíamos comprado en un mismo lote. 
  Me la pasé buscando entre las extrañas cosas de mi madre algunos globos y los llené con la leche rancia. Guardé el queso y los globos en una vieja mochila y llevé mi bazuca envuelta en unas bolsas plásticas.
  Con suerte el entrenamiento no se habría terminado aun.
  Caminé más rápido de lo normal hasta llegar al parque. Si eran tan geniales, ¿porqué diablos no entrenaban en el club o en el campo de la escuela? 
  Miré a los estúpidos chicos haciendo los ejercicios finales. Saqué mi bazuca y la llené con los globos y el queso y después todo aquello que necesitaba para disparar.
  Encendí el mechero y esperé un par de segundos antes de que los globos comenzaran a salir volando con aquel estridente sonido. Ah, el factor sorpresa.
  Apenas tuvieron tiempo de mirar que los estaba golpeando. La leche rancia les escurría por el rostro y por sus uniformes. El queso le pegó al entrenador en el ojo, genial, mañana tendría el ojo morado. Mientras los chicos se revolvían del asco entre la leche rancia. 
  Casi estallo de risa en ese mismo instante, pero me hubiesen descubierto.
  Se limpiaron los rostros con la mano, debo decir que no muy bien, y comenzaron a mirar en la dirección en las que habían salido los globos.
  Le di una última mirada a mi obra maestra, tomé mi bazuca y mi mochila y salí corriendo como alma que lleva el diablo hasta llegar a mi casa. 
  Lo dicho, corro más rápido que ellos, cualquiera se daría cuenta. Los perdí en un callejón y me metí en mi casa, cerrando la puerta con llave. Subí a mi habitación y guardé mi bazuca de nuevo, me lavé las manos hasta que el olor a leche rancia desapareció y me quité la cazadora negra para buscar algo que no levantara sospechas. Siempre hacia mis bromas con esa cazadora, me ponía la capucha, y listo. Rebusqué en mi armario hasta encontrar una camisa negra y una corbata roja. Amaba esas prendas.
  Miré furtivamente por la ventana, y agradecí el hecho de que esos «jugadores estrellas» no me hubiesen visto desaparecer por aquel callejón que era mi atajo para llegar a casa.
  Cuando confirmé que había salido «limpio» de la operación, solté aquella carcajada que había estado reprimida. Ah, los rostros de esos chicos no tenían precio, y eso que les hacia alguna broma cada fin de semana. Simplemente no podía dejar de parecerme divertido.
  Lo mejor era que, jamás me habían descubierto, y no los creía con la capacidad mental de hacer una investigación para descubrir al autor de las bromas, ni siquiera se habían tomado el trabajo de cambiar su lugar de entrenamiento. Eran unos idiotas.
  Mi teléfono sonó de un modo estridente sacándome de mi ensoñación. Dejé de reírme para poder contestar, aunque me costó un poco, pero lo hice al ver quien estaba llamando.
  — ¿Cómo te sientes esta mañana? —contesté sin poder reprimir mi alegría. Hoy sería un buen día, lo presentí.
  —Fatal, pero no por lo de ayer—me contestó con su dulce voz, que cambió de un momento a otro—Ni que ustedes no tuvieran teléfonos.
  — ¿Eh?
  —Ven al cine, estoy en la sala 8 y cuando entres no te dejes ver por Brooke.
  —Vale. 
  Me pareció extraño aquello de Brooke. Pero me limité a asentir y ella colgó el teléfono.
  De los tres, era el único que tenia libre los fines de semana, no me sentía mentalmente capaz de conseguir un trabajo aun, digamos que, mi religión lo prohibía. En cambio, Moon y Brooke habían conseguido un empleo de medio tiempo en el cine, desde las tres hasta las ocho treinta. En el cine tenían tres turnos, el de la mañana que no importaba, el de la tarde que era cuando iban todos los enamoraditos, y el de la noche, que era casi igual al de por la tarde. Yo estuve a punto de pedir trabajo, pero me enteré de que el único turno que había disponible era el de la noche y en definitivo no quería quedarme como un idiota sin nadie con quien hablar hasta las once.
  Tomé algo de dinero y busqué mi moto en el garaje. A mamá no le había gustado para nada el día que aquel chico de Tacoma me la había vendido, una ganga, pero que se le va a hacer, me encantaba mi moto.
  Esto tenía una ventaja, si los idiotas se daban cuenta de que había sido yo, o por lo menos lo estaban sospechando, bien podía pirarme en mi moto hasta llegar a Tacoma o Portland.
  Claro, si tan sólo me hubiese quedado algo de dinero. Como dije, mamá es algo… ¿cómo decirlo? … paranoica respecto a mi moto, dice que se va a caer en pedazos, o que me puedo accidentar, o cualquier otra cosa, así que no me había dejado ir a Seattle por el board en mi motocicleta. Así eran las mamas, supongo. 
  Sólo podía usarla cuando ella no estaba, cosa que se estaba volviendo muy frecuente.
  Llegué al cine en tiempo record. Aun no habían entrado en turno, así que no tuve que encontrarme con Brooke en la taquilla.
  —Dame una para lo que sea que estén proyectando en la sala 8—le dije al chico algo apurado. Él se rió un poco.
  —Claro—recibió mi dinero y me entregó mi boleto—Están presentando Saw, si es que te interesa que están presentando, tu entiendes—me guiñó el ojo en un gesto de camaradería. 
  Enarqué las cejas y entre al cine, no sin antes hacer una misión de reconocimiento. Una vez Brooke entró a uno de os baños salí pintando hasta la sala 8 y busqué a Moon con la mirada. 
  Imposible no verla. Estaba en la fila de atrás. Parecía algo estresada y la entendí, todas esas chicas gritando de terror…
  Suspiré. Era el momento perfecto, lo supe. La mayoría de la gente estaba en las filas de adelante, así que tendríamos algo de privacidad. Podría acercarme a ella y decírselo todo, sin miedo, sin nervios, sin pensar en su reacción. O tal vez podría empezar con algo más grafico, algo que le demostrara todo sin tener que decírselo.
  Respiré profundo pensando que hacer y me acerqué a ella. Ahora comenzaba a gustarme mas la segunda idea. Me incliné hasta donde estaba y…
  … ah, sí, soy un gallina. 
  —Hola—susurré dándole un cobarde beso en la mejilla. Me sentí estúpido, pero recordé a los idiotas cubiertos de leche rancia y me animé un poco mas— ¿Necesitas un hombre que te abrace cuando te asuste la peli?
  —En tus sueños… 
  Me senté a su lado, pensando en rodearla con mis brazos y no soltarla jamás. Pero aquello sólo se quedó en mi imaginación.
  Ella parecía indecisa por algo. Aquella indecisión me dio algo más que una simple esperanza, ¿y si ella estaba pensando lo mismo que yo? ¿Y si yo también le gustaba?
  — ¿Sabías que Brooke es una completa idiota? —he aquí la razón por la que jamás debo ilusionarme con ella.
  —Mmm, sí. Pero aclárame porque lo dices.
  —Sale con Dustin.
  —Sí, como si fuera a creer eso—era tan ridículo. Era más probable que los extraterrestres aterrizaran en el cine en ese mismo instante y comenzaran a lanzar rayos laser por los ojos. Ella enarcó las cejas, aquel gesto de seguridad— ¡Qué asco! ¿Qué le pasa a Brooke?
  —Yo que sé. El punto es que está loca, o algo peor. Dustin siempre la ha tratado como si fuera…
  —No lo digas—vale, ya lo sabía, Dustin era un maldito con la pequeña Brooke. Si no hubiese sido hermano de Moon le hubiese partido la cara, pero, aunque ella lo negara, sabía que le molestaría—Ya, vale, tienes razón. Brooke está mal, a una persona medio cuerda no se le ocurre salir con alguien que la trata tan mal. 
  —Lo sé. Se odiaron toda la vida y ahora míralos. ¡Es increíble! —hizo un gesto verdaderamente gracioso, pero no se me ocurrió reír, porque, si los chicos que veían la peli querían matarla a ella por decir algunas palabras, no quería ni imaginar lo que me podrían hacer a mi por soltar una carcajada.
  —También pagué por la boleta…—les dijo con una perfecta expresión molesta cuando todos le sisearon. Ella era un chiste andante.
  —Tú no pagaste—le susurré en tono de broma.
  —Cállate—me respondió en un tono divertido y continuó con la turba asesina. Me recordaba a Frankestein, sólo faltaban las antorchas—Si esa parejita de ahí puede rebesuquearse entonces yo puedo hablar.
  — ¿Rebesuquear? —pregunté. ¿Esa palabra existía? Ahh… debí suponerlo, claro que no, después de todo es Moon.
  —Aquel que rebesuquea—repsondió como si fuese una profesora hablando en la National Geografic Chanel.
  — ¿No tienes que trabajar? —le pregunté con una de mis mejores sonrisas de burla.
  — ¿No tienes que no estar aquí? —me respondió a punto de sacarme la lengua como una niñita.
  —Buen punto… ¿me traes palomitas? 
  —No—me sonrió antes de levantarse y salir de la sala.
  Oh, genial, y ni siquiera me gustaba Saw. Bien, ya había pagado por la entrada, tendría que soportarme los gritos de las chicas mientras el payasito idiota mata gente.
  Y aquella alegría que había logrado tener después de mi broma… a la basura. ¿Por qué diablos era tan idiota? ¿Qué tan difícil podría ser decirle un par de palabras a una chica? 
  Mi teléfono sonó de nuevo, todos se giraron para chistarme. 
  —¿Podrían callarse? Trato de hablar por teléfono—les dije antes de contestar y subí mis pies al asiento que había adelante. Traté de hablar lo más alto posible para molestar—¿Hola?
  —¿Qué onda, viejo? —contestó alegremente Drew. Genial, ahora era amigo del hermano de mi amiga—Oye, vamos a ir a patinar a un parque en Olympia, ¿vas?
  —¿Ir hasta Olympia a patinar?
  —Pues… es la inauguración del parque. 
  —Creo que mamá se enojara. Digo, es Olympia, hermano. Calcula, una hora para llegar, tres horas para patinar y una hora para volver. Si llego en la noche mamá me arranca a cabeza.
  —Oh, vamos, chico, distrae tu mente.  Además, no creo que tardemos tanto patinando allí. Tengo que volver a las siete o llegando tarde a las ocho, ya sabes, por lo del castigo.
  —Oh… vale, voy. Sólo si estamos aquí a las siete u ocho en punto.
  —Genial, viejo. Te esperamos en mi casa. Los chicos ya están en el auto, así que apúrate.
  Colgué el teléfono ante la mirada asesina de los cinéfilos. 
  La verdad, ir a Olympia no parecía mal plan para pasar la tarde. Pero, lo que si parecía mal plan era quedarme toda la tarde con un grupo de tarados de último curso.
  —Dimitri—me llamó Brooke desde la taquilla.
  —¿Qué? —respondí algo brusco, pero, no podía evitar estar enfadado con ella por ser tan estúpida. 
  —¿Moon ya te lo…?
  —Sí, sí, tengo prisa.
  —Oh… supongo que hablamos luego.
  —Sí, claro.
  Me subí en mi moto y pasé por mi casa por mi board, no pensaba quedarme una hora en una camioneta con esos chicos, ni muerto.
  Llegué a casa de Drew mas rápido de lo que esperaba, seguramente había estado conduciendo como un loco y no me había dado cuenta.
  —Hermano—me saludó Drew tendiéndome la mano. Iba a estrechársela cuando él comenzó un extraño saludo, yo ni me inmuté—¿De qué siglo vienes, chico? Seguro que de este no.
  —Soy educado, Drew.
  Le respondí y me fijé en los amigos de Drew. Todos tan parecidos a él. Eran dos, altos y algo fornidos. Estaba seguro de que no estudiaban, jamás los había visto en el instituto y no tenían la pinta de estudiar en Grosor, aquel colegio privado al que iba el hermanito de Moon.
  —Vale, señor educado, ellos son Oliver y Roger.

  La verdad, los chicos no eran tan malos. No me venía a mal un par de amigos más. Si no, pronto iba a terminar hablando de lo lindos que eran los vestidos de tanto andar con Moon y Brooke. Yuh. 
  Aquellos chicos, como lo había supuesto, no estudiaban, claro, habían salido en junio y no pensaban entrar pronto a la universidad. Ah, justo lo que yo pensaba hacer cuando saliera del instituto.
  Admiré los paisajes que había en la carretera, bosques, bosques, y más bosques. Se veían más hermosos de noche, eso era seguro. Me encantaba andar n moto por aquí, podía sentir el frio viento en mi rostro, podía admirar las montañas y los enormes abetos… y también podía ver uno que otro policía a la entrada de los pueblos vigilando que nadie fuera a una velocidad no permitida.
  Llegamos a casa de Drew justo a las ocho, como habían prometido. No habíamos tardado mucho en el viaje de ida, pero debíamos venir más despacio para no irnos a estampillar contra un árbol o atropellar a una ancianita en apuros.
  —Fue divertido—le reconocí a Drew cuando él se bajó del auto y los chicos se despidieron de nosotros.
  —¿Lo ves, viejo? Te dije que debías distraerte un rato—sonrió mientras se dirigía a la puerta. Tal vez Drew no fuese tan malo como amigo como había pensado.
  —Sí,  odio decir esto, pero tenias razón. Supongo que nos vemos mañana.
  —Sí, claro. Oye, ¿vas a hacer lo que te dije?
  —Voy para allá ahora mismo.
  Drew, sorpresivamente me había dado un buen concejo. Ser sutil. Le diría a Moon todo, absolutamente todo, pero no de la misma forma en la que yo pensaba hacerlo, se lo diría sutilmente, pero no demasiado, así ella se daría cuenta.
  Cogí rumbo hacia el cine. La primera cosa que debía hacer, salvarla de ir en auto con Brooke y llevarla a la fuente de sodas, el sitio más romántico que conseguía con mi presupuesto.
  Llegué más rápido de lo que pensaba allí, pero, no vi a Brooke en la taquilla. Me acerqué a la chica que había ocupado su turno.
  —Eh… ¿Moon ya terminó su turno? —le pregunté sintiéndome el idiota mas tarado del mundo, era obvio.
  —Sí, hace como quince minutos. 
  —Y… ¿ella ya se fue?
  —Ah, sí, Brooke se fue primero, hace como media hora. Parece que está enfadada con la rarita, por que se subió en su auto y ni siquiera la esperó. ¿Te sirve eso?
  —Sí, claro, gracias, supongo.
  Me subí en mi moto de nuevo y me decidí por ir a su casa. De seguro aun estaba caminando para llegar. Igual podría salvarla de hacer ejercicio.
  Mi teléfono sonó con aquel ruido estridente. Lo dicho, tendría que comprar otro teléfono, este horrible, empezando porque parecía un teléfono inalámbrico y no un celular, era como un móvil de las cavernas. Miré el identificador, por que por lo menos tenía, era ella. ¡Que suerte! No tendría que buscarla, me había ahorrado trabajo.
  —Oye, ¿dónde estás? Fui al cine por que quería llevarte a…—contesté ahorrándome saludos, como siempre.
  —Necesito que me saques de un apuro. Ven al cementerio y busca el mausoleo de los Bell, estoy aquí dentro y la puerta se atoró, ¿me ayudas? —me interrumpió. Eso era tan... tan ella. ¡¿Cómo es que no lo pensé antes?!
  —Mi pan de cada día—colgué el teléfono y suspiré. Le cementerio no era precisamente un lugar romántico para una confesión de amor, pero de seguro para ella lo seria, y más aun si le llevaba un par de rosas negras… Y espera. Sutileza, limítate a ser sutil.
  Aceleré de nuevo y di la vuelta hacia el cementerio. Si esto salía bien, iba a tener que ver el cementerio más seguido. Antes lo hacía porque, bueno, era un buen sitio para enseñarle a Eros a jugar futbol, al igual que unas viejas vías del tren. Pero, si la noche salía como yo quería que saliera, tendría que vérmelas con la idea de la cita de los sueños de Moon, una cena en el cementerio con velas y rosas negras. Esta chica estaba loca.
  Llegué incluso antes de lo que me esperaba, tal vez había acelerado de más por la emoción. Bien, primero debía sacarla de aquel mausoleo antes de que se le ocurriera hacer algo realmente estúpido, porque, sólo ella podría hacer algo estúpido dentro encerrada y rodeada de muertos.
  Escalé el portón de hierro como si mi vida dependiese de ello y esquivé las lapidas y la tumba abierta, con la mirada fija en el mausoleo de los Bell. Desde donde estaba alcance a ver que estaba abierto, ¿entonces para qué diablos me había llamado?
  Me escondí detrás de un árbol para ver mejor, había una pequeña e insignificante luz saliendo de allí. Me llevé un chasco al ver que había algo más saliendo del mausoleo.
  Eran cinco, se movían con elegancia pomposa por el pasto seco y las lapidas rotas. Eran como fantasmas, pálidos y hermosos. 
  Aquello hermosos seres, digamos fantasmas en realidad, se plantaron frente al mausoleo, mirando hacia dentro. Sus ropas estaban raídas y eran definitivamente de otra época. Las dos mujeres se alejaron de aquel mausoleo como si no quisieran verlo jamás y los hombres las siguieron fielmente hasta desaparecer entre las sombras del gran bosque que se extendía detrás del cementerio y que constituía el final del mismo. 
  Esperé a que se perdieran entre las sombras para salir de mi escondite. Comencé a preocuparme de verdad. Esas personas, simplemente no parecían personas. 
  Caminé hasta el mausoleo sin apartar la vista del bosque, lo último que quería era que se decidieran por volver al cementerio. Toqué el teléfono que llevaba en mi bolsillo, esperando que Moon llamara y me dijera que estaba bien y afuera. Pero esa llamada no llegó.
  La puerta del mausoleo estaba entreabierta y aquella lucecita seguí parpadeando allí dentro. Tomé una bocanada de aire, indeciso, ¿y si Moon ya había salido? No valía la pena que me expusiera en un cementerio con esas cosas en el bosque si ella ya estaba fuera, sana y salva. 
  Al final, sentí la necesidad de hacerlo. Respiré profundo y abrí la puerta de un empujón. 
  Aquella imagen me golpeó tan fuerte como un camión monstruo. Sé que la analogía no es buena, pero si un camión podía matarme, aquella que estaba viendo también podía hacerlo.
  Las rejas estaban abiertas, al igual que la puerta de hierro que había en el fondo del mausoleo. Pero eso me tenía sin cuidado.
  Allí, en el suelo, tendidos, yacían Keith y Moon, con un pequeño hilillo de sangre resbalándose desde aquellas minúsculas incisiones de sus cuellos.

1 comentario:

  1. Dime una cosa querida Luna....
    POR QUE CARAJOS NO HABIA VISTO ESTA ENTRADA ANTES?
    ahy, lamento mucho este pequeño estallido pero, sabes cuanto me encanta leerte y en verdad habia empezado a prpeguntarme si alguna vez oiria de ti otra vez, y, pues, me doy cuenta que estuviste aqui desde el primero de marzo!
    aunque, tampoco has escrito nada desde entonces....-_- vamos a tener problemas..
    hahah,bromeo, solo espero que estes bien y que puedas continuar escribiendo pronto que tu fan numeor uno te espera ansiosa. Y con respecto al concurso de relatos, tienes mi voto asegurado y mi apoyo incondicional!
    hahaha, te mando un graaaaan beso y un graaaaan abrazo
    atte
    withney
    (wm-lca.blogspot.com)

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